Nos mataron. Nos pasaron por encima. No fue una humillación, fue una demostración de
mentalidad, de inteligencia y de fuerza. Y el único atributo que mostramos ayer fue quizás un poco de fuerza. Que no estuvo ni cerca de ser suficiente para evitar que nos tiraran la cancha encima y nos clavaran cuatro puñaladas. Si estos tipos se proponen conquistar el mundo otra vez, yo me voy al
Uritorco.
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