Reflexiones sobre el inminente fin del mundo

Desde que recibí la noticia de que se vendrían tres días de oscuridad en la tierra, comencé a prepararme. No estaba seguro de que fuera a ocurrir pero, había sido puesto en aviso y hacer oídos sordos a algo tan trascendente me pareció tonto. También, reconozco que sí se confirmara lo vaticinado y yo no hubiere hecho nada, posiblemente me sentiría un pelotudo.

Me cuesta creer el fin del mundo. No conozco procesos en la naturaleza que no sean paulatinos. No concibo que de pronto a una hora dada, la tierra de pronto se sacuda y cambie su fisonomía, dejando en el proceso a miles de millones de personas muertas. No es algo de todos los días. Las cosas en la naturaleza son paulatinas.

Para el que ha leído poco y nada sobre las posibles causas del apocalipsis programado para este viernes 21, la que a mi más me conmovió fue la de la posible inversión de los polos magnéticos. Todo está regido por el magnetismo en la tierra y entiendo que si de pronto, el sur fuera el norte, y el norte fuera el sur, es probable que se arme un lindo quilombo. Pero, las cosas son paulatinas en la naturaleza. Seguramente se invierta, pero en cuantos miles de años. ¿Y porque habría de invertirse?. 

Bueno, la explicación de este fenómeno radica en el hecho de que la tierra estaría pasando por el centro de la galaxia el próximo 21 de Diciembre; y esto pasa cada 25 mil años (mucho más que cada muerte de obispo). Nadie que conozcamos vivía hace 25 mil años por lo que no tenemos ni la menor idea de lo que pueda llegar a pasar. Pero de todas formas, las cosas son paulatinas en la naturaleza. No se van a invertir los polos magenéticos así como así, simplemente por pasar de un lado al otro de la galaxia. Seguramente este sea un proceso que dure miles de años y no tengamos que preocuparnos.

Pero, luego recordé una visita que hice a la ciudad de Quito en Ecuador. Durante mi estadía, fui curiosamente a la mitad del mundo a comprobar como el agua gira en distintos sentidos a un lado y al otro del ecuador. Lo que más me impresionó fue ver como el agua caía recta y sin girar, como una piedra, cuando se colocaba la bacha en la línea del ecuador. Hasta aquí, había sido una experiencia novedosa, pero simplemente había confirmado algo que para mí ya era sabido. Lo que llamó poderosamente mi atención fue el desorden de las fuerzas que se genera cuando uno se para sobre la línea. Estamos hablando de centímetros de diferencia entre una posición y otra y los cambios son bruscos e irracionales. Me instruyeron a pegar la yema del índice con el pulgar de la misma mano y hacer fuerza para que no pudieran separarlos. A ambos lados de la línea, al sur y al norte, uno hace fuerza y quien quiera separar los dedos deberá hacer fuerza para lograrlo. Al pararse sobre la línea, lo que es llamativo es que uno se da cuenta de que no tiene fuerza. Ni siquiera para apretar una yema contra la otra y quien intente separar los dedos, lo hará sin resistencia alguna. Me pareció increíble e inexplicable (aunque seguramente haya una explicación).

Lo que viene al caso de esta anécdota, es que este es un proceso de la naturaleza que no es paulatino, es brusco y de límite bien preciso. Es un interruptor: on / off. Y los cambios se producen a una distancia de centímetros. Entonces, si al cruzar la línea del ecuador, tanto el agua como nuestro cuerpo se afecta significativamente, pregunto: ¿si el planeta cruza la mitad de la galaxia, cabrá la posibilidad de que se afecte de un modo no paulatino y fuera de nuestra estadísitica y nuestra lógica?

Existe un principio hermético que dice: "como es arriba, es abajo". Que es una forma de decir que las leyes de la creación que rigen el universo actúan de la misma forma de lo micro a lo macro (y viceversa). Es decir que, si así funcionamos nosotros en relación a la tierra, la tierra funcionará bajo los mismos principios en relación a la galaxia. Este razonamiento me hizo pensar que podría darse algo no paulatino en la naturaleza, y si esto significara que este viernes se invertirán los polos magnéticos en la tierra, entonces estoy pensando en conseguirme un buen par de pañales. 





El mensaje navideño del Maestro Orlok

Todos vamos a morir. Se sentirá un crujido muy fuerte. Todo empezará a temblar. Estallarán los vidrios, se romperán las copas. Quien quiera andar se arrastrará como serpiente. Todos se arrastrarán como serpientes buscando compañía. Pero irremediablemente, cada uno se enfrentará sólo a demonios, arañas y serpientes. Nos impedirán avanzar.

"Yo no soy mis brazos, los dejo. Yo no soy mis piernas, las dejo para que se las coman. Lo dejo todo, menos la luz de mi pecho. Yo soy esa luz, me escapo a través de los tejidos. Me libero. Dejo todo atrás.
La luz no tiene miedo. Me percato de ello y me siento feliz. Siempre tuve miedo. No hay que tener miedo. Infinitos demonios desaparecen, ya no existen. Me siento relajado y feliz. Es una sensación de presente, lo abarco todo. Estoy en paz. Me rodean luces y colores. Canturreo, no puedo evitarlo. Estoy muy relajado, fluyo entre luces. No debo dormirme, pienso. Me estoy perdiendo. Debo dejar de cantar, me estoy perdiendo. Siento que llaman mi nombre. Estoy en una habitación, todo está muy oscuro. Iluminan con velas, comen de latas. Son mis padres. Están enojados conmigo, no me hablan. Me enfurezco, les grito pero las palabras no salen por mi boca. No funciona mi garganta. La puerta comienza a temblar, se sacude. Se parte al medio, explota en pedazos. Infinitos demonios entran. Se mueven a gran velocidad, me sujetan. Me afirman contra el suelo. No puedo mover mis brazos y piernas. Comienzan a devorarme. Se me retuercen las tripas. Grito, pero no sale el sonido. Los demonios me arrancan la carne, se comen mis visceras. No puedo hacer nada, mis fuerzas se agotan. Me rindo".